martes, 5 de junio de 2012

NUESTRA VISITA A UNO DE LOS CONFINES DEL ANTIGUO REINO DE NAVARRA. EL DESPOBLADO Y MONTE PEÑA.

Nuestro objetivo en este último fin de semana del mes de mayo ha sido, la visita al lugar del despoblado de Peña y alcanzar la máxima altura de la sierra de Peña, confín de Navarra con la vecina provincia de Zaragoza en la comunidad  de Aragón. Se encuentra el despoblado a 58 kilómetros de Pamplona. Para llegar a este lugar, hay que dirigirse en dirección Sangüesa desde la capital navarra, tomando la Autovía del Pirineo A-21 y salir en la derivación "Venta de Judas", y por la Na-127, llegar a la ciudad sangüesina. Desde aquí se toma la carretera hacia Sos del Rey Católico, hasta llegar a Gabarderal.
   En este pueblo de colonización nace una carretera, que en dirección izquierda, tras recorrer unos cuatro kilómetros nos lleva hasta el caserío de Torre de Peña que pertenece al municipio de Javier. En este complejo de viviendas , capilla o ermita, establos y otros edificios, residen los trabajadores de la finca de propiedad privada y en ocasiones los propios dueños de estos lugares; que también son propietarios del despoblado de Peña con los edificios que contiene.
 Aledaños de Torre de Peña. Lugar de salida
Al fondo Sierra de Peña.

   Hacia Torre de Peña nos dirigiremos en primer lugar. Se recomienda dejar el coche en la explanada que hay antes de llegar a la finca, y desde este lugar tomar el camino de subida al despoblado de Peña (820 metros de altitud, con un desnivel de 300 metros desde la partida).
   Se trata en principio de un recorrido de escasa dificultad, que discurre en su primer tramo por la "cañada de los roncaleses y salacencos, la cual atraviesa el caserío Torre de Peña y se adentra en un magnífico encinar que cubre las laderas de estos montes, en un paisaje de carácter totalmente maditerráneo.
   Una vez dejada atrás una vaquería y una casa de aspecto solariego, junto a una casa blanca, surge una pista, vestigio de la citada cañada, que continua y se dirige hacia el despoblado de Peña. Después de un recorrido por esta pista, aparece una indicación a la izquierda, tomando ahora una estrecha senda próxima a una elevada valla, en dirección noreste.
   La senda va tomando altura y tras pasar por las proximidades de una borda de ganado, se introduce en un abigarrado monte bajo, compuesto por bojes, carrascas, enebros y otros arbustos menores como lavanda, tomillo y madroños. La primavera, en todo su esplendor, nos proporciona unos colores y unos aromas dignos de privilegiados.
   Muy pronto aparecerá ante nosotros, todavía un poco alejada la parte más alta de un castillo, parcialmente derruido, fortificación que en su día ejerció de vigilancia entre los antiguos reinos de Navarra y Aragón; en unas tierras sacudidas por escaramuzas continuas, en defensa de estos territorios fronterizos. Como vestigios del castillo, en la parte más alta de la meseta se alzan los restos de las torres defensivas.
 Despoblado de Peña.
En la parte superior los restos del Castillo.

   En este momento conviene hacer un poco de historia, para conocer la importancia de Peña y su castillo, ya que este lugar era una de las fortificaciones de vigilancia y defensa entre los reinos citados de Navarra y Aragón.
   Camuflado en su plataforma pétrea, este antiguo  pueblo de señorío, ha sido escenario de románticas historias, que sintonizan muy bien con su carácter fronterizo. Según nuestras noticias, en el siglo VIII hubo arriba un monasterio, que sería regentado por el abad Virila, el cual pasó de aquí al monasterio de Leire, siendo protagonista de su sueño infinito oyendo cantar a un jilguero.
   Con todo la historia más conocida es la que vincula el actual desolado con el castillo, que el rey de Navarra Sancho III el Mayor levantó en el siglo XI para defender Navarra frente al Islam. Se dice, que los árabes llegaron a entrar en Peña, pero no consiguieron conquistar nunca esta fortaleza inexpugnable, que pasó de Navarra a Aragón, en el siglo XII, con vuelta a Navarra en el siglo XIII.
   La función de control fronterizo y atalaya vigilante que cumplía este pueblo fortificado frente al reino de Aragón fue responsabilidad directa de la corona navarra hasta el año 1434, fecha en que Juan II la donó al caballero Juan de Ezpeleta. Así pasó este pueblo de realengo a convertirse en señorío. Para entonces habían terminado ya las hostilidades con Aragón, y ya no era tan importante la defensa.
   La torre del homenaje del castillo fue desmochada por Cisneros en el siglo XVI, por motivos obvios, el edificio más antiguo es la iglesia dedicada a San Martín de Tours. Este templo se construyó entre los siglos XII y XIII, a partir de una torre de vigilancia. Bajo este edificio, se encontraba uno de los dos accesos principales al recinto amurallado.
Despoblado de Peña. Iglesia de San Martín de Tours.
Acceso superior al antiguo recinto amurallado.

   En este curioso escenario que parece un tobogán para edificios de piedra, vivían todavía en la primara mitad del siglo XX alrededor de un centenar de personas dedicadas a la agricultura y ganadería. El bosque de encinas que cubre el entorno, ofrecía además caza y leña para completar las economías domésticas de los lugareños, en su mayoría colonos o empleados de los propietarios del viejo señorío. El núcleo se abandonó definitivamente en el año 1955, y los habitantes que quedaron - trabajadores y propietarios - pasaron a residir en Torre de Peña, una especie de barrio situado en el llano, a cuatro kilómetros del despoblado, donde se hicieron las casas de los señores, la iglesia-escuela y la casa grande con las viviendas de los trabajadores.
   Continuando con la visita a estos lugares, la senda de acceso que hemos llevado, nos introduce en Peña por la parte inferior del despoblado. La salida hacia la parte superior de la Sierra de Peña la realizaremos por la hermosa puerta de arco medieval de medio punto, que se encuentra debajo de la iglesia de San Martín de Tours.
   Tomamos ahora la dirección noreste, y después de andar un pequeño tramo de un amplio camino de retorno en dirección sur, aparece a la izquierda una senda empinada que nos conduce hacia otro lugar singular de este recorrido, el antiguo cementerio de Peña.
 Cementerio antiguo de Peña.
Placa conmemorativa del capitán Walker.

   La singularidad de este lugar, a nuestro entender, tiene dos motivos : el primero de ellos es encontrar en dicho cementerio unas hermosa estelas funerarias, situadas sobre las sepulturas de los antiguos vecinos de Peña, y lo más llamativo una singular lápida de mármol, que hace referencia al capitán Walker, aviador inglés, que el día 11 de noviembre de 1943 vino a estrellarse casualmente en este apartado rincón de Navarra. Fue enterrado por los residentes en este lugar y de ahí el recuerdo de este luctuoso accidente en plena II Guerra Mundial.
   La otra singularidad la constituye, una elevada alambrada que aparece pegada a los muros del cementerio y que nos impide el paso hacia el objetivo final, la cima mas elevada de la Sierra de Peña. Esta singularidad, por llamarla de algún modo, es un caso insólito en las rutas montañeras.
   Desde el año 1993, Peña fue cercado con fines cinegéticos y el acceso prohibido ignorando el respeto a las antiguas vías pecuarias y el derecho al paso de servidumbre. De este modo el acceso a la cumbre fue vetado pese a las protestas de la comunidad montañera, que ha reivindicado una y otra vez la situación de desamparo a la que nos vemos sometidos los excursionistas, que simplemente pretenden disfrutar de esta y otras montañas.
   Está claro que el poder de unos pocos, están una vez más, limitando la libertad de un colectivo más amplio. Mientras las autoridades competentes mantienen sus brazos cruzados, optando por el silencio, a pesar de las denuncias presentadas antes las instituciones.
   En las proximidades del cementerio, encontramos un pequeño buzón montañero (884 metros de altitud),erigido en el lugar en el año 1995, como resultado de esta patética situación.
   No obstante queda otra posibilidad, hacer caso omiso a la prohibición y proseguir el camino hacia la cima de la Sierra de Peña (1070 metros), salvando la valla metálica, por lugares que posibiliten hacerlo. Tomamos esa decisión y nos acompañó la suerte, al no encontrar "otros impedimentos", para completar el recorrido.
 Monte Peña (1070 metros).
Buzón. Santa María de Sangüesa.

   Una vez superados los obstáculos, una pendiente gradual nos llevó a través de un camino muy señalizado a lo más alto de la Sierra de Peña. En este lugar encontraremos un hermoso buzón montañero, en el que se representa, construido en acero inoxidable, una representación de la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa. También se sitúa, una señal geodésica con indicación de la altitud de esta cima.
   En este lugar elevado, con hermosas vistas en las cuatro direcciones, los amigos "matarrasa",aprovechamos para tomar el habitual almuerzo reparador, comentando las muchas incidencias de este singular recorrido. 
   Para retornar al lugar de salida, volvemos al despoblado de Peña, y a través de una amplia pista que nace en la parte más alta del mismo, nos dirigimos en claro descenso hasta llegar al poblado de Torre de Peña. El camino se realiza primero por un hermoso encinar, y en la parte más baja entre fincas de laboreo y pradería. Desde Torre de Peña un pequeña tramo de pista nos lleva al lugar donde hemos dejado los vehículos.
   Volvemos a Pamplona-Iruña después de una salida inolvidable.
  
  

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario